Por Lupita Peimbert.
(Cultura) – En el garaje de su casa desde hace siete años, mes tras mes y sin faltar, Jorge y Lourdes se reúnen con otros practicantes de los sones jarochos que tanto aman, y a la fiesta le llaman fandango. El “son jarocho,” es un estilo musical y una tradición popular en el centro y sur del estado de Veracruz, México; en Estados Unidos, grupos pequeños de artistas y asiduos al baile y a hacer comunidad, llevan años realizando fandangos.
“Don Artemio nos invitó a reunirnos para los sones, y así poco a poco nos integramos” comenta Jorge, oriundo de Veracruz. “Es algo que nos gusta mucho, y estamos comprometidos a promoverlo,” agrega su esposa Lourdes.
Para los sones se usa la jarana (guitarra chica), el arpa y el violín, quijada de burro o caballo, saber algunas coplas o improvisar algunas, y ponerse unos tacones y si es posible, vestimenta regional, y aprender el taconeo correspondientes.
Para preparar la fiesta, se pone una tarima en el medio del lugar, se prepara comida y bebidas, y cada quien va llegando: hombres, mujeres, adultos y niños, con su instrumento en el brazo.
El fandango empieza. Se hace un círculo alrededor de la tarima, y cada quien hace lo suyo, con cierta solemnidad. En cada rasgueo, verso al aire, y taconeo, se crea un ambiente casi ceremonial y muy interesante culturalmente; como que te hipnotiza, te divierte, te recrea, y te aviva el alma.
Una noche al mes y sin faltar, los vecinos de Jorge y Lourdes en Santa Clara, California, escuchan los rasgueos de guitarra, taconeo, canciones y coplas en español que salen desde un garaje. ¿De qué se trata? Se han de preguntar. Alguien debe decirles que son gente haciendo cultura.
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