Por Lupita Peimbert
(San Francisco) – El Desfile de PRIDE (Orgullo) fue para Juan Pablo Fernández, de 20 años de edad, un evento inolvidable. Aparte de celebrar como muchos el derecho de las parejas del mismo sexo a casarse, Juan Pablo celebra que por fin puede decirle al mundo entero: Soy Gay. Y con tal libertad, pudo caminar de la mano de un pretendiente.
Desde chiquito, nunca se lo había dicho a nadie. Cuando le preguntaban si era gay, lo negaba. “Tenía miedo de que me juzgaran, o hasta de que me golpearan”, dice Juan Pablo.
Un viaje al norte de California el año pasado, y la forma de vivir de la gente en el Área de la Bahía de San Francisco, le dio el valor para salir del clóset. Se había mudado temporalmente aquí para trabajar cuidando los niños de una familia de San José.
“Una de las razones por la que vine fue, creo yo, porque muy dentro de mi quería poder decir: Soy Gay, ¿Y qué?”, dice el joven, “Pero no sabía exactamente cómo hacerlo”.
Salir, Salir.
Juan Pablo se enfocó en salir y ver lo que sucedía en festivales y otros eventos comunitarios relacionados a la comunidad LGBT. “Fui a PRIDE (Orgullo) en Junio pasado y me encantó, pero no podía tomar fotos o postear en Facebook, por miedo a lo que dijeran los demás”, dice; y cuando lo comenta, se le nota un tanto triste al recordar, y su voz suena triste.
Llega Julio y con él, la caminata anual a beneficio de SIDA (AIDS Walk) en San Francisco, y Juan Pablo participó. Ahí vio al famoso Cheyenne Jackson cantar “Imagina”, y le llegó al corazón.
Juan Pablo se las arregló para conocer a Cheyenne y tomarse una foto con él, y por supuesto, se infatuó con el artista. Luego hizo lo que hacemos muchos cuando alguien nos gusta: Googlearlo.
“Vi fotos de Cheyenne en internet, estaba con su pareja, se le veía feliz, abiertamente gay, y eso me llegó fuertemente. Pensé: Por qué no puedo yo tener una vida feliz o estar con alguien a quien ame? Lloré, mientras que empecé a sentir un montón de cosas: celos, depresión, envidia, y tristeza”.
El joven agrega que además sintió ira, pero que de alguna manera poco a poco su sufrir le dio el coraje y el valor para cambiar. “Si otros pueden ser felices, yo también; voy a empezar a admitir que soy gay, pase lo que pase”.
Admitirlo
“La primera persona a quien se lo dije fue a mi mamá, quien vive en Guadalajara, México. Por medio del WhatsApp, se lo confesé. Ella lo sospechó siempre. Muchas veces lloró por mí, preocupada por las dificultades por las que podría yo pasar al ser gay. Me dijo que espera que yo se lo dijera, y que por supuesto cuento con ella”.
La vida in the San Francisco Bay Area
Juan Pablo se sintió protegido aquí, en el Norte de California. La seguridad emocional que sintió lo empujó a hacer nuevos amigos, y a decir “soy gay”, más seguido. Luego se sintió más libre de insinuar su orientación sexual en sus posteos en Facebook. Y las cosas se fueron dando: Visitas al Distrito Castro, aprender sobre Harvey Milk, conocer a otras personas gay, ir a la feria de la calle Folsom, y otras experiencias.
De regreso a la realidad
Un par de meses después, llegó el tiempo de regresar a Guadalajara, su ciudad de origen, un lugar más conservadora y anti-gay de lo que muchos quieren to admit. La mayoría de los bares gay, por ejemplo, se localizan en lo que puede considerarse como zona roja; raramente existe un bar gay en un área “nice.” Así que mientras planeaba su regreso, Juan Pablo volvió a sentir algunos miedos; sin embargo, se armó de valor.
Clóset no más
El 11 de Octubre es el Día Nacional para Salir del Clóset en Estados Unidos. Estando ya en Guadalajara, Juan Pablo sintió que esa era la fecha perfecta para decirles a mas personas. Les dijo a sus amigos, familiares y compañeros de la iglesia. Alguna gente dejó de hablarle, pero la mayoría reaccionó favorablemente –aunque poniendo distancia de por medio. La prueba más difícil, y temblaba de solo pensarlo, iba a ser decírselo a su papá.
“Crecí escuchando las indirectas muy directas de mi papá: Que si su hijo era gay, se molestaría mucho, por ejemplo. Mi padre, como muchos hombres tradicionales en este mundo, es cauteloso y desconfía de la gente que es gay”.
La relación entre padre e hijo adolescente no había sido fácil, como suele suceder. Al decirle, pensaba Juan Pablo, ¿su padre lo iba a desconocer? ¿Lo iba a golpear? ¿Patear? Los medios del joven le hacían pensar en los peores escenarios, y lo mantuvieron despierto muchas noches.
Enfrentar a su padre
Unos meses después, el papá de Juan Pablo, quien desde hace años se divorció de la mamá del joven, vino a la casa y le pidió a Juan Pablo que lo acompañara a dar una vuelta en su camioneta. Ya dentro del auto, Juan Pablo lo escuchaba atentamente. Su padre le preguntó que si tenía novia, que si había tenido relaciones sexuales. Juan Pablo le contestó que no. Por dentro, estaba que se salía el corazón, nervioso, y sin embargo tomó el toro por los cuernos, como dicen.
“¿Me vas a dejar de querer porque soy gay?”
Silencio.
“Tu eres mi hijo y te quiero, pero ¿qué no sabes que ser gay no es normal? Te vas a morir de SIDA. Siempre te voy a querer, hijo, pero no quiero saber nada relacionado a tus novios, ni nada que tenga que ver con los gays.”
Juan Pablo se sintió mejor, aunque fue doloroso escuchar tantas opiniones negativas de su padre respecto a ser gay. “Me defendí dándole información”, dice. Curiosamente, la relación entre los dos ha mejorado.
De regreso en San Francisco
Juan Pablo está de regreso en el Área de la Bahía, trabajando con la misma familia que antes. Le encanta cocinar para los niños. “Me siento como Chef cada vez que les preparo alguna comida.”
Recientemente Juan Pablo conoció a un hombre varios años mayor que él, y están saliendo o “dating.” En el mundo actual, sea una persona gay o heterosexual, cada quien le da un sentido diferente a esa palabra. Novio, pretendiente o por mientras, el tiempo dirá.
Un año después de preguntarse si resultaría bien salir del clóset, Juan Pablo ha perdido peso, se nota más seguro de sí mismo, y más feliz. “Siempre estaré agradecido con San Francisco. Aquí me encontré a mi mismo”, dice y agrega “ojalá que otros jóvenes como yo encuentren la fuerza y el apoyo para salir del clóset”.
Asimismo, Juan Pablo –quizás por su edad o como parte de su proceso, es más atrevido, y eso se nota a veces en su página en Facebook, donde por cierto este año muestra imágenes y video de los eventos de SF PRIDE (Orgullo San Francisco), y Juan Pablo puso fotos suyas también, algo que no pudo hacer el año pasado.
Ahora, como cualquier otro ser humano, Juan Pablo redefine su vida mucho más allá de su orientación sexual, pero con el poder que da el ser auténtico y admitir que es gay, con mucho PRIDE (orgullo).
Nota del Editor:
Conocimos a Juan Pablo en el 2014, y hemos seguido su jornada. Consideramos que no era necesario incluir opiniones de expertos, porque su historia habla por sí misma. Hemos tratado de ser respetuosos con las personas involucradas en la historia mientras la contamos. Hemos tratado de ser cuidadosos y confirmar los hechos. Pero al fin y al cabo, es la historia que nos contó Juan Pablo, y nos da un enorme gusto poder contarla
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